RENACE EL VERDE

lunes, 11 de octubre de 2010

Casi un 3% de los chicos en edad escolar sufre déficit atencional

El 70% que lo padece tiene hiperactividad, impulsividad y dispersión; se manifiesta en los primeros años de vida y el tratamiento debe ser interdisciplinario.


“El TDAH (sigla con la que se conoce al déficit atencional) es un cuadro neurobiológico de etiología orgánica que, en interacción con el contexto, genera una conducta determinada”, explicó la psiquiatra infanto juvenil, Andrea Abadi, coordinadora del área Psiquiatría e Interdisciplina del servicio de Salud Mental Pediátrica del Hospital Italiano de Buenos Aires. El síntoma capital es la dispersión, pero también se presenta con hiperactividad e impulsividad, señaló la médica.

“Además de lo conductual, hay una dificultad en la función de la parte anterior del cerebro, que afecta las funciones ejecutivas, o sea a la capacidad de diseñar un plan de acción, de organizarse, de inhibir una respuesta, entre otras”, precisó.

Por su parte, Eugenia Patiño, neuropediatra del área de Neurología Infanto Juvenil (Cetes) en Córdoba señaló: “se nace, se crece y se muere con TDAH; pero si la persona es correctamente tratada y ayudada, puede lograr una calidad de vida satisfactoria”.

Ambas especialistas brindaron talleres para profesionales y padres de niños con este trastorno en el Simposio Internacional de Neurología y Neuropsicología Infantojuvenil, organizado por las fundaciones Feteni y Cetes, que se realizó a fines del mes pasado en la provincia de Córdoba.

El déficit atencional se manifiesta en los primeros años de vida. En estos momentos, los padres encuentran algunos problemas para controlar la conducta de su hijo. Y el cuadro se expresa con más claridad al ingresar a la escuela, cuando los chicos no logran los objetivos académicos.

“Quienes sólo manifiestan esta patología con dispersión pasan inadvertidos, no molestan y no generan problemas, por lo que los padres tardan en consultar y el diagnóstico suele hacerse más tarde, después de tercer grado. A medida que la escuela se complejiza, tienen más necesidad de organizar carpetas y hacer trabajos prácticos, y los problemas se hacen mayores”, indicó Abadi.

“Los chicos que a la dispersión suman hiperactividad e impulsividad son muy respondedores, reaccionan frente a pequeñas cosas y se los confunde con violentos. Descargan furia sin intención y sin pensarlo, a los 30 segundos se arrepienten y piden perdón, pero a las dos horas vuelven a hacerlo”, agregó Patiño.

El TDAH no termina en la infancia, sino que afecta a estas personas durante toda su vida: en los ámbitos familiar y académico, en el grupo de amigos; y, cuando se hacen adultos, en el trabajo. Por eso, en cada etapa necesitarán de diferentes ayudas para poder llevar una existencia organizada. Lo más importante es que sean comprendidos y que ellos mismos comprendan la importancia de no abandonarse jamás, coincidieron las expertas.

Fuente: La Voz Ciudadano

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